nuestra forma de ver el mundo. Me parece que los cristianos occidentales estamos siendo mimados. Sufrimos muy poco por el nombre de Cristo. Por tanto, leemos la Biblia no con hambre desesperada de hallar evidencias del triunfo de Dios en el dolor, sino con una visión de mejorar nuestros placeres privados. Por ende, leemos la biblia de forma selectiva. Escogemos un texto de aquí y un texto de allá que encaje con las necesidades que sentimos. Es algo semejante a un doctor que olvida prescribir los
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